...este lunes 12 de febrero, el viento sopla fuerte, es cuando me trae nostalgias varias, de añorarlos bueno y viejos tiempos, cuando una era niño, y todo lo demás era fácil, tan fácil cómo volar un simple papalote (aunque lo admito, nunca pude hacerlo bien, se me iba por no amarrarlos fuerte con hilo, o se me rompían las varillas de carrizo en el mismo tiempo que quería hacerlos despegar, y en unos segundos después, caían cómo piedra (era digno de verse jaja) era pesímo para eso, pero disfrutaba haciéndolos, mis hermanos siempre fueron los expertos para esas cosas, y eso que no tenía mucha ciencia, no tenías que tomar cursos de aerodinámica o algo por el estilo..., y por las tardes de julio y agosto (sé que es febrero pero que importa) nos pasábamos horas volando la figura geométrica llena de diversiones, lo mirábamos desde el suelo, a ras de todo lo simple, o él nos miraba a nosotros desde arriba, aún no entiendo la diferencia, en fin, jugábamos a ver quién lo llevaba más lejos y lo regresaba a casa, cómo si fuera un niño perdido.
Extraño esos agradables días, en el que uno se puede sentir parte del viento, siempre y cuando se tenga que desprender de uno mismo (para ser más ligero), y en el que el cielo se cubría de papel china y de colores, que por cierto, no siempre combinaban con el color de las azoteas y con el color de las cañas y del campo...
Mi hermano mayor, Osvaldo, siempre le gustaba hacer de papalotes, estrellas, y una que otra figura, el fue siempre el ingenioso de la familia. En mi mente llegan los recuerdo, porque son tan espontáneos (aunque no lo creo), pero son maravillosos, que me hacen volver atrás y revivirlos, hasta llegar aquella vez que él hizo y voló una gran estrella, de casi un metro, tal vez era menos, pero a esa edad temprana lo ve todo grande. Mi otro hermano, Hugo, era un perfeccionista para hacerlos, hubo una vez que él acababa de hacer un papalote, era amarillo (qué feo color) y yo iba saliendo de la tienda y sin querer choqué con su obra, y lo partí en dos (jajaja) mi hermano se pusó enojado pensé que me iba a pegar (o me pegó, no lo recuerdo jeje) e hizo pedazos su papalote, eran los últimos años que hacíamos elevar los sueños, y por suerte, son los que mejores se guardan y recuerdan... Uno ve a las personas caminando por la calle y piensa que son libres, pero cuando ve al cielo y hay papalotes, se da cuenta, que no es cierto...
Extraño esos agradables días, en el que uno se puede sentir parte del viento, siempre y cuando se tenga que desprender de uno mismo (para ser más ligero), y en el que el cielo se cubría de papel china y de colores, que por cierto, no siempre combinaban con el color de las azoteas y con el color de las cañas y del campo...
Mi hermano mayor, Osvaldo, siempre le gustaba hacer de papalotes, estrellas, y una que otra figura, el fue siempre el ingenioso de la familia. En mi mente llegan los recuerdo, porque son tan espontáneos (aunque no lo creo), pero son maravillosos, que me hacen volver atrás y revivirlos, hasta llegar aquella vez que él hizo y voló una gran estrella, de casi un metro, tal vez era menos, pero a esa edad temprana lo ve todo grande. Mi otro hermano, Hugo, era un perfeccionista para hacerlos, hubo una vez que él acababa de hacer un papalote, era amarillo (qué feo color) y yo iba saliendo de la tienda y sin querer choqué con su obra, y lo partí en dos (jajaja) mi hermano se pusó enojado pensé que me iba a pegar (o me pegó, no lo recuerdo jeje) e hizo pedazos su papalote, eran los últimos años que hacíamos elevar los sueños, y por suerte, son los que mejores se guardan y recuerdan... Uno ve a las personas caminando por la calle y piensa que son libres, pero cuando ve al cielo y hay papalotes, se da cuenta, que no es cierto...
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